Que no te la peguen el 20-D: IU-Unidad Popular

Los tiempos convulsos de la política azotan a todos los partidos existentes de formas inimaginables hace apenas un par de años. Las tácticas han diferido notablemente, pero siguen representando los objetivos de gran parte de ellos, a menudo tan distantes de los intereses de lo que dicen representar. Es el caso de la plataforma electoral por la que se presenta IU, con la que iniciamos una serie de análisis de las propuestas de los grandes partidos que se presentan el 20-D.

Y es que esa plataforma electoral, que ya no se sabe si se llama Ahora en Común, Unidad Popular o IU-UP, y que desciende de las claves que parece ser que -según los promotores de la misma- dieron buenos resultados en la conjunción con "otras fuerzas" en las elecciones municipales de mayo, no deja de ser, a efectos prácticos, un simple cambio de nombre producido por la agregación -que no asimilación- de parte de esas nuevas fuerzas al proyecto político de IU, que controla, mantiene y dirige la plataforma de manera casi exclusiva, hasta tal punto que tal efecto en la denominación, más producto de moda que otra cosa, se va a quedar a medias y va a seguir llevando las siglas de la plataforma electoral del PCE desde los 80.

Y realmente, más allá de la nueva cara que confieran las nuevas siglas, las propuestas siguen sin cambiar mucho más de la estética, al menos de momento y sin un programa aún totalmente definido: algunas menciones aisladas sobre el capitalismo, rescatar a la ciudadanía del libre mercado, evitar el saqueo neoliberal, democratizar la economía, defender el medio ambiente, establecer una Unión Europea de los pueblos y un estado español federal y luchar contra la violencia de género son algunos de los aspectos que el propio Alberto Garzón señala en su discurso ya como candidato a las generales. Loables intenciones, si sólo tomásemos en cuenta las consignas que cabrían en un solo tweet. Sin embargo, ¿qué se va a encontrar la población -juventud incluida- detrás del lema?

Rescatar a la ciudadanía del libre mercado. ¿Qué hay de aquella ciudadanía -Amancio Ortega, Ana Botín, Juan Rosell y demás oligarcas que actúan en nuestro territorio- que no quiere ser rescatada del libre mercado y, además, va a seguir ejerciendo su poder económico y político?¿Van a dejar de obligar, por ejemplo, a la juventud a estudiar FP's duales o planes universitarios de 3+2, sólo porque la mayoría de la ciudadanía quiera ser rescatada del libre mercado? Y ligado a esto, ¿cómo se puede evitar el saqueo neoliberal en la sanidad, en la educación, en las condiciones laborales y en todo ámbito en el que se mueve la juventud cuando hablamos en términos como ciudadanía que incluyen a los propios saqueadores y se les da voz y voto en la supuesta democratización de la economía?

También es cierto que IU-UP acierta proponiendo algo que gusta mucho a la juventud actual, con mayor nivel de sensibilización en temas como el ecologismo o el feminismo, cuando reclama un medio ambiente cuidado y la igualdad plena de la mujer dentro de la sociedad, pero... ¿cómo pueden defenderse el medio ambiente y los derechos de la mujer permitiendo que precisamente aquellos que no quieren que esos objetivos se cumplan - puesto que perderían beneficios- puedan hacer y deshacer a su antojo como ciudadanos que son? ¿Cómo alcanzar tales metas necesarias moralmente para la sociedad cuando se sigue bajo la ilusión de reconvertir la Unión Europea de los monopolios, creada expresamente por los mismos para defender sus propios intereses, en una unión de pueblos? 

Alguno o alguna es posible que pueda rebatir estas cuestiones con una medida estrella de la confluencia que dirige IU, que es la participación ciudadana en asambleas. La idea no es mala, pero no deja de ser un arma de doble filo: La clase obrera y los sectores populares, bajo la idea de la democracia ciudadana y sin una vanguardia que actúe de guía hacia las posiciones que por posición clasista les son favorables, es voluble a los intereses de aquellos que, bajo la apariencia de iguales, no lo son. Las decisiones de una asamblea vecinal en Madrid de parar todos los desahucios en su zona no tendrán el más mínimo valor frente a la necesidad de las grandes entidades bancarias de desahuciar y recomponer sus beneficios.

En definitiva, nos encontramos con diferente envoltorio para los mismos caramelos, con los mismos ingredientes y las mismas cuestiones, disfrazadas a gusto del consumidor. Pero por muchas palabras, muchas promesas y muchos bellos ideales que contenga, si no se articula en base a una posición clasista, su argumentario carecerá de peso alguno.